En el mes de mayo, hace treinta años, vio luz editorial el poemario Licantra, de José Díaz Cervera, dentro de la colección El Ala del Tigre, de la UNAM. Desde Cincinnati, Manuel Iris envía este comentario celebratorio:
Publicado en 1991, Licantra, libro de poesía escrito por el yucateco José Díaz Cervera, pertenece a una breve, pero profunda tradición de poesía latinoamericana que se acerca al surrealismo. Sus antecedentes más reconocibles son voces como las de Luis Cardoza y Aragón, Rubén Bonifaz Nuño (el de La flama en el espejo, sobre todo), Juan Sánchez Peláez o Braulio Arenas. Como puede inferirse de esta lista de nombres, sus parientes literarios suelen ser extranjeros: la poesía mexicana tiende a tomar caminos diferentes, acaso más conservadores que los de José Díaz Cervera. Por ello este poeta de nuestro terruño casi no tiene contemporáneos mexicanos que compartan su estilo. Es un poeta insular en su propuesta, que se comunica directamente con poetas de otros rumbos, con otros modos de entender la poesía como manera de habitar, no solamente la hoja en blanco, sino la realidad. Como es natural para un poeta de su estilo, la obra de José Díaz Cervera, más que muchos lectores, tiene pocos devotos, selectos creyentes.
Para Díaz Cervera, el acto poético tiene que ver con la magia, la profecía y el encantamiento. Nada de ello, por supuesto, desdice el rigor necesario para retratar el delirio propio, y la lectura del delirio de los otros. Dentro de esta poética del des-cubrimiento de la realidad, este libro cuyo trigésimo aniversario celebramos, es capital: Licantra es una articulación del deseo desde los linderos del lenguaje. Ciertos tropos que luego se convertirán en parte del estilo reconocible del poeta (el vocativo sorprendente, el epíteto, el versículo surrealista…) pueden verse aquí con una fuerza clara, intencional. Además, en este libro se hace una exploración (muy pocas veces emprendida) de la voz del propio objeto del deseo: Licantra, esa mujer de belleza amenazante, monstruosa, le habla al lector y a los lluviosos poetas que la cortejan sin suerte, y su voz es poema y aullido.
Luego de tres décadas, Licantra sigue siendo tan sorprendente como recién salido de la imprenta. José Díaz Cervera es un poeta de ímpetu vital juvenil, vanguardista, en cada uno de estos versos que también buscan las voces de lo cotidiano y lo local. Este libro, junto con otros suyos (El Manual del fingidor merece igual ser mencionado con reverencia), significa uno de los más grandes logros poéticos que ha dado un poeta nacido en la península, y un alto representante de la poesía preñada por el surrealismo en cualquier literatura de nuestra lengua. Estos treinta años de juventud de Licantra nos dejan claro que se ha superado la prueba del tiempo, y que los lectores debemos, de una vez por todas, aquilatar y entender la importancia de este libro que forma parte de las lecturas fundacionales de varios poetas de generaciones posteriores. En pocas palabras, hay esperanza: todavía estamos a tiempo de merecer este libro que sigue esperando a sus pocos, selectos lectores.
De Licantra:
De nada sirve al sol
su afán inoficioso
de incendiario;
poco vale su anhidro
de las doce:
aquí
de
soledad,
en fuga
a
trasmano
de los sueños,
mi corazón respira tus ortigas.
…
Algún día la tierra
será menos bestial
y a tu ropaje,
Licantra, lo estrujarán las hojas
y alguien dirá
que hace ya varias noches
que por tu aullido no tiemblan las navajas.
Entonces los hombres tendrán frío
y el mundo,
desahuciado,
dormitará entre légamo y polillas.