Vórtice #33

Vórtice número 33

El 14 de septiembre de 1988, uno de los huracanes más devastadores de la historia emprendía su camino de destrucción por tierras yucatecas. Los árboles y las construcciones de los hombres dieron todo de sí en la lucha contra viento y lluvia, hasta el punto del colapso. El mar se agitó desde sus profundidades, obligado a escupir sus secretos. En el ojo de esta tormenta, nació Vórtice. Se abrió paso con sus raíces hasta el centro de la tierra, de donde nada más pudo arrancarla.

Ahora, más de 30 años después, un nuevo huracán llegó a sacudir a la humanidad entera. En el corazón de una pandemia mundial, otros árboles han caído. Se vaciaron de nuevo las calles, los museos; cesaron las exposiciones artísticas y los encuentros, y sobrevivieron solo aquellos que pudieron atreverse a vivir a través de un monitor.

Pero a lo largo de 33 años de actividad Vórtice ha demostrado ser una flor extraña. Una especie resistente, que nunca ha cesado su crecimiento; que en cada cambio de estación resurge nuevamente a la superficie, para mostrarnos que ha tejido infinitas redes subterráneas, bulbos pacientes que han formado a su vez nuevas familias, núcleos de comunicación. Flores que darán los frutos más raros, y acaso los más reconfortantes, en el abrasante calor de nuestra península.

El Vórtice es una fuerza que no termina, su expansión continúa; y ahora sus redes nos han alcanzado, se arremolina en cada uno de nosotros.

¡¡¡Larga vida a Vórtice!!!

Samia Farah

Editora invitada del núm. 33 de Vórtice