Espejos de la voz y el pensamiento. Retrato y pensamiento
Cuando miramos una fotografía nos apoderamos del otro, lo registramos en nuestras mentes y conservamos su personalidad. Nuestra imagen es la expresión de nuestro pensamiento, nuestro rostro es metáfora de nuestro yo interno, nuestra forma física es el resultado de lo que el lenguaje y el pensamiento producen, lo que comemos, lo que vemos, entre otros factores. Por eso, el retrato ha sido tan importante en los humanos; primero en la pintura y luego en la fotografía.
Imposible evitar ser quien somos, aunque la imagen simula objetividad, aquel objeto sólo está en sí mismo, inalcanzable. Los lentes en la cámara tratan la imagen del sujeto, interpretándolo, redimensionando su experiencia.
Philippe Halsman crea un concepto al que llama Jumpology (saltología) en el cual explora al sujeto saltante y su personalidad. Cada imagen va fijando lo que son y dejan de ser en la misma toma, un milisegundo de vida es suficiente para captar su ánima.
Conozco a estos poetas, leo su cara, en cada lectura interpreto su pensamiento, evito que miren la cámara, conservan intimidad. Dejo que la vean de frente, se reafirman; pero la cámara guarda ese recuerdo, toma su ausencia, nos deja ver en privado.
La voz ante el espejo.
La voz como memoria, el espejo como retrato.
Pedí a los poetas retratados que llamen un pensamiento, aquello que esté relacionado con sus afectos (ya sean experiencias positivas o negativas). ¿La cámara puede ser capaz de proyectar resquicios de los recuerdos?. Son ellos y la cita del momento vivido… Su imagen, un infraleve de la memoria.
La evocación del pensamiento en esta serie, intenta trascender la simple representación. El índex que reproduce ¿puede establecer y transmitir el sentir del otro?. Su huella lo representa, no sólo a él, a todo su entramado vivencial, toda su configuración, todos sus avatares, es su esencia ante el medio: la fotografía.
Duchamp al final de sus días desarrolla el concepto de “Infralevedad”, dicha idea habla sobre las sutilezas físicas que deja la existencia humana, propone el acto artístico como “infraleve”; tal como en los sucesos cotidianos en el arte, existe una fuga cuasi inmaterial, una física suave, evanescente. Pienso que el acto fotográfico tiene la cualidad natural de registrar dichas levedades.
En este caso, el retrato de los poetas yucatecos y la evocación de su pensamiento acarician el recuerdo en la mente, la memoria en la expresión física, los recuerdos en el cuadro de la imagen, ¿está esa evanescencia en éstas imágenes? ¿somos capaces de percibirla?
Francisco Martín, fotógrafo