Postales yucatecas

La presente exposición aborda anécdotas, sucesos y experiencias de autoras y autores literarios que visitaron Yucatán, en un lapso temporal que abarca 90 años (de 1892 a 1982). Su paso por nuestras tierras dio pauta a una memoria que permanece en imágenes, narrativas, poesías, canciones, a modo de aquellas “postales viajeras del siglo XX”, que constituyen auténticas ventanas al pasado.

Iniciamos el recuento con Ramón María del Valle-Inclán Peña y Montenegro, el de las barbas de chivo, tal como nos lo describiera Rubén Darío. El autor gallego embarcó de España hacia México el 12 de marzo de 1892 y llegó el 8 de abril de ese año a Veracruz; de allí se dirigió a la ciudad capital. Permaneció un año en el país colaborando con diversos periódicos.

De su estadía en Yucatán dará cuenta su alter ego, el Marqués de Bradomín, en la Sonata de estío, también conocida como Sonata mexicana, quien huyendo de una decepción amorosa caerá rendido a los pies de la niña Chole: “…una belleza bronceada, exótica, con esa gracia extraña y ondulante de las razas nómadas, una figura hierática y serpentina, cuya contemplación evocaba el recuerdo de aquellas princesas hijas del sol…”

Tanto en la Sonata mexicana como en La niña Chole, Valle-Inclán expresará constantemente su asombro acerca de los paisajes yucatecos, personas y situaciones. Yucatán será, además, el contexto elegido, años después, para explicar la manquedad ocasionada por la reyerta con el escritor Manuel Bueno, en el Café La Montaña, en Madrid: “Durante mi viaje al sur de México, en la zona de Yucatán, me adentré una mañana en la selva; no llevaba yo más armas que mi pipa de Kif y mi bastón de cedro. Cuando me acercaba a un claro, iluminado por los implacables rayos del sol tropical, escuché el quejumbroso llanto de una fémina… una bella mujer nativa yacía sobre la hojarasca, amarrada a un poste, mientras un enorme jaguar se aprestaba a devorarla… Corrí en su auxilio, me interpuse ante la fiera, con mi bastón alzado. El jaguar saltó sobre mí, cercenándome el brazo, para huir luego con aquel despojo del miembro siniestro…”

Octavio Paz estuvo en Yucatán, desde el 11 de marzo hasta el 15 de mayo de 1937. De su estancia se ha escrito mucho. Por eso hemos elegido un fragmento de un artículo de su autoría publicado en el Diario del Sureste acerca de sus impresiones sobre la ciudad de Mérida y en el cual refrenda aquellos versos de Entre la Piedra y la Flor:

Cuando la luz extiende su dominio
e inundan blancas olas a la tierra,
blancas olas temblantes que nos ciegan,
y el puño del calor nos niega labios,
un fuego verde cerca al henequén,
muralla viva que devora y quema
al otro fuego que en el aire habita.

León Felipe estuvo presente en México desde 1922 hasta un año no identificado y nuevamente, desde 1938 hasta su muerte. En 1941, escribió en Mérida un hermoso libro de poesía titulado Los lagartos, cuyas ilustraciones corrieron a cargo de Alfredo Barrera Vásquez, según da cuenta Roldán Peniche Barrera en sus Ensayos históricos y literarios. acerca de Yucatán. Del poemario destacamos el siguiente fragmento:

El hombre ¿es un mestizo o un ario?
El hombre…
(sigo hablando
desde el cubo del pozo)
Yo lo he visto en las ruinas de Itálica
Verdi-negro
Entre el ibero y el romano
Y en las ruinas de Uxmal y Chichén,
Verdi-negro
Entre el maya
Y el caballero castellano…

Simone de Beauvoir conoció Yucatán, en un viaje largamente planeado, del 26 de mayo al 2 de junio de 1948 y parte de esa experiencia quedó plasmada en su autobiografía La fuerza de las cosas, así como en la obra Los mandarines, con la cual obtuvo el premio Goncourt, en 1954. Simone viajaba con su “marido mexicano”, Nelson Algren, cumpliendo un destino: “En Yucatán encontraremos floresta tropical y calor…”

Mérida sorprendió a Beauvoir por que le recordó algunos pasajes de su estancia en Andalucía, antes de la Guerra Civil: «Reconocí el cielo, el silencio de Toledo y Ávila; encontrar a España de este lado del mar, me asombraba aún más decirme: estoy en Yucatán» y quedó impactada por la mezcla de arquitectura española, la exuberante vegetación circundante y el carácter maya también presente en los rostros de algunas personas.

Desde el hotel Colón le escribe a Sartre una carta fechada el 27 de mayo de ese año en la cual describe los diversos espacios de Mérida: “La plaza central es una de esas plazas españolas con arcos que tanto nos gustan; hay una iglesia bella y vetusta, con árboles y frondosos arbustos en el centro, preciosos bancos de piedra, un montón de hombres ociosos que dejan pasar las horas y bullicio de vendedoras de fruta, tortitas, helados, bebidas frescas, etcétera; el medio de transporte son unos viejísimos coches de punto, parecidos a los antiguos cabs ingleses, arrastrados por caballitos, que por las noches se iluminan con linternas… Hay algunos barrios bellísimos de mansiones españolas con jardines cenagosos… llenos de bananeros con sus ristras de plátanos, grandes flores rojas y violetas y fragancias de pimentón, pimienta y especies”.

Gabriela Mistral, la hija adoptiva y ‘Maestra de América’, llegó a Mérida, el 12 de noviembre de 1948 proveniente de Nueva Orleans. Fue la segunda vez que pisó tierras mexicanas, pues 26 años antes había estado en el país, durante meses, realizando importantes actividades educativas. En esta segunda visita le acompañaba su secretaria y amiga Consuelo Saleva, y fue recibida en el aeropuerto por el Gobernador José González Beytia, Leopoldo Peniche Vallado, Santiago Burgo Brito, Vicente Erosa Cámara y el Lic. Jorge González Durán, secretario particular del ministro de Relaciones Exteriores, Jaime Torres Bodet. El viaje correspondió a un compromiso de la escritora con Julius Huxley, entonces presidente de la Unesco, para visitar Yucatán y a invitaciones expresas, a raíz de la obtención del Premio Nobel, de Miguel Alemán Valdés, entonces presidente de México.

Durante su estancia en Yucatán, que duró hasta el 1 de diciembre de 1948, sufrió enfermedades, refrendó amistades, recorrió los sitios arqueológicos de Chichén y Uxmal, estuvo en el Paraje Ochil acompañada de Antonio Mediz Bolio y Antonio Canto López y conoció el Monumento a la patria de mano de su creador, el escultor Rómulo Rozo.

Asimismo, impartió una conferencia al profesorado adscrito a la Secretaría de Educación Pública del Estado, en la cual disertó acerca de la importancia de la enseñanza de oficios laterales relativos a capacidades de expresión estética: música, pintura, escultura, danza, o literatura, más allá de las exigencias de un programa, según da cuenta el Diario del Sureste, medio que la escritora utilizó para enviar un mensaje de solidaridad a Rómulo Gallegos, con motivo del golpe de estado en contra del gobierno constitucional venezolano.

“Le acompaño fraternalmente en esta hora oscura lo mismo que en sus días madrileños. Acompaña a usted con plena lealtad la veneración de su gremio literario y de cuantos conocen vuestra categoría en la cultura mundial. Guardaremos entera nuestra confianza en vuestro destino de mentor de su pueblo y tenemos puestos nuestros ojos con dolorosa ansiedad en la suerte de vuestro pueblo y del hermano mayor que ha dado a Venezuela y a la raza una honra grande y un ejemplo inmaculado…”

Ida Gramcko tuvo una estancia breve en Yucatán, del 7 al 10 de diciembre de 1956. Llegó acompañada de su esposo, el periodista José Domingo Benavides, con quien se hospedó en el célebre Hotel Mérida. Allí recibió la visita de Clemente López Trujillo y Abelardo Barrera Osorio, director y jefe de redacción, respectivamente, del Diario del Sureste. La poeta venezolana reportó al periódico los motivos de su dichosa presencia en el estado: “Hemos venido a Yucatán atraídos por el embrujo de sus monumentos arqueológicos que reflejan la grandeza de la Civilización Maya. De aquí seguiremos a la ciudad de México donde posiblemente entre en tratos con una conocida casa editorial para publicar varias obras de teatro.”

Un año más tarde, el escritor francés Jacques de Lacretelle, miembro de la Academia Francesa, llegó atraído también por la mística de las antiguas ciudades y monumentos de Yucatán. Pretendía visitar la Alianza Francesa de Mérida pero, sobre todo, “recoger y multiplicar en su imaginación creadora los vestigios de la civilización maya”, según reportó el Diario del Sureste. Permaneció en el estado entre el 24 y el 26 de octubre de 1957.

La estancia del escritor Juan Bosch en la ciudad de Mérida fue de apenas dos horas. Había venido a México en calidad de presidente de la República Dominicana para participar en la conmemoración del aniversario de la Independencia nacional. Antes de regresar a su país no perdió la oportunidad de recorrer nuestros sitios de interés, incluyendo el Instituto Yucateco de Antropología e Historia, ubicado en ese entonces el Palacio Cantón.

André Malraux estuvo en Yucatán, con su esposa, del lunes 11 al miércoles 13 de abril de 1960. Llegó a Mérida, a las 9. 30 de la noche y se dirigió directamente a Chichén Itzá. Al día siguiente participó en una recepción en la Alianza Francesa donde externó los saludos del presidente Gral. Charles de Gaulle al pueblo yucateco. Su presencia en estas tierras sin duda influyó en su fascinación por lo maya, ya que, en su calidad de ministro de asuntos culturales, propuso llevar a cabo la primera exhibición de arte maya en París, en el año de 1967.

Nicolás Guillén estuvo en Yucatán del 25 al 31 de mayo de 1961 invitado por Escritores y Artistas de Yucatán Asociados, quienes le organizaron una movida agenda que incluyó una cena homenaje en su honor en el local del Casino Médico, donde fue designado socio honorario. También visitó las instituciones culturales de Mérida y las zonas arqueológicas.

Acerca de su viaje, escribió: “El viaje por avión a Mérida es fulminante: menos de dos horas. Más tarda el vuelo a Santiago, en nuestro mismo territorio. Es que Yucatán está ahí, al doblar el Golfo… establecí contacto con muchos amigos yucatecos: Juan Duch, Leopoldo Peniche Vallado, Humberto Lara, Mario Zavala Velázquez, el colombiano Rómulo Rozo, ciclópeo escultor del monumento a la Patria; Renán Irigoyen, Juan Franti Cerdeña, el profesor Antonio Canto López, el poeta —un poeta lleno de gracia lírica— Carlos Moreno Medina, todo hecho de silencio; Clemente López Trujillo, erudito y popular, con quien pasamos horas de suelta camaradería en su Diario del Sureste. Gentes finas, generosas, que se multiplicaban por sí mismas para ser más útiles. Que si voy a las ruinas, que si quiero descansar, que si daré una vuelta por la ciudad, que si ya estuve antes o volveré después. Abogados, periodistas, escritores, artistas de teatro. Todos amigos de Cuba, ansiosos por lo que pasa en nuestra isla, acerca de cuyos asuntos están bastante enterados…”

El Premio Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias estuvo en Yucatán, invitado por el Gobernador del Estado, Carlos Loret de Mola, del 25 al 29 de octubre de 1972. Fue la segunda ocasión que el guatemalteco visitó nuestras tierras, motivado por el gran deseo de volver a ver las ruinas mayas de Chichén Itzá y Uxmal, y de estrechar las manos de los yucatecos, a quienes consideró hermanos en sangre y espíritu por el origen maya común.

En el aeropuerto fue recibido por el entonces gobernador, su esposa Profa. Bertha Vadillo de Loret de Mola, Antonio Betancourt Pérez, Clemente López Trujillo y Alfredo Barrera Vásquez. Durante su estancia dictó conferencias en la Universidad de Yucatán y recibió la Medalla Yucatán por los méritos mayistas de su obra literaria.

En la década de los ochenta recibimos la visita de dos grandes de las letras hispanoamericanas contemporáneas: el argentino Jorge Luis Borges y el uruguayo Mario Benedetti. El motivo principal de la estancia de Borges en México fue asistir al Encuentro Internacional de Poesía de Morelia. Llegó el 28 de agosto de 1981 a Yucatán, motivado por el conocimiento acerca de los vestigios mayas, Entre ese día y el siguiente recorrió las ciudades de Uxmal y Chichén Itzá, como ha referido en numerosas ocasiones el escritor y cronista Jorge Álvarez Rendón.

Mario Benedetti estuvo en Yucatán entre el 23 y el 25 de mayo de 1982, invitado por Librerías Dante y la editorial Nueva Imagen. Un día después de su llegada, el lunes 24, presentó su novela Primavera con una esquina rota en el local que ocupaba Librerías Dante, ubicado en el cruzamiento de las avenidas Colón y Reforma. Complació a sus admiradores con la lectura de sus textos, dio respuestas a las preguntas que le formularon, autografió diversos ejemplares de su obra y elogió la belleza de las mujeres yucatecas. También habló sobre el exilio, de que era víctima y la relación entre política y literatura.

Dra. Ena Evia Ricalde

Centro de Apoyo a la Investigación Histórica y Literaria de Yucatán (CAIHLY)

 

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